El Corpus y

su octavario

La Cofradía desempeñó siempre un papel trascendente en el Corpus y su Octavario. El testimonio concreto más antiguo que tenemos de las procesiones del Corpus en Sepúlveda- aparte la asistencia de Juan II a una de ellas, que consta en la crónica regia- es el acuerdo de la  misma, el año 1624, en el que se distribuyen los oficios a desempeñar por los hermanos los días de la fiesta y de su octava, y el martes anterior. El abad, “con la vara del Santísimo Sacramento con su insignia a la cruz” las dirigía. Dos contadores, también con sus varas, llevaban los blandones de cera blanco (sic) alumbrando al Santísimo. El alcalde llevaba el pendón, y dos hermanos las borlas. Había uno o dos turiferarios con sobrepelliz.

Doce hermanos eran designados para llevar una imagen de la Virgen que salía de la iglesia de San Bartolomé para ir a la de San Justo, mientras que del Salvador salía el Santísimo. Había cinco altareros para las dos estaciones previstas, a las puertas del licenciado Velázquez y de Diego de Lázaro, ésta sólo cuando había teatro. Dos hermanos tenían el cometido de tener adornada dicha iglesia del Salvador desde el día de la fiesta hasta el viernes después de la octava. Los llevadores de hachas eran doce. Siete hermanos estaban encargados de llevar y poner lámparas a lo largo del trayecto, distribuidos en cuatro grupos, acotado el recorrido de cada uno tomando como puntos de referencia determinadas casas de vecindad.

Se bailaban cuatro danzas, a saber de gitanas, de empapelados de dama, de espadas y de judíos. Nos sorprende que los danzantes fueran nombrados también entre los hermanos, por lo cual entendemos se trataba de los que se encargaban de contratarlos. En 1685 consta el paloteado, y una danza de “guincos” o “gincos”. La de gitanas tenía dos guías y la de espadas uno, mientras que en la de judíos y en la de guincos  había un alcalde, un alguacil y un escribano. El resto de este personal danzante era ocho en la de gitanas y guincos, seis en la de judíos, cuatro en la de espadas y tres en la de empapelados. Algunas veces había corridas, por lo cual había un pastor de la vaquilla y dos para las vacas. También se nombraban cinco tamborileros y dos atabaleros.

Además de estos oficios había cuarenta y seis hermanos más encargados de la intendencia en sentido amplio, y más en concreto del menester gastronómico, a saber del vino para los danzantes, el personal de las reses y los atabaleros y el aderezo de la vaquilla, por un lado, y por otro los “matadores” de la carne, guisanderos para la comida y cena, asadores de los cabritos y limpiadores de la cueva donde se asaba, un moledor de la sal, un acarreador de la leña, un encargado de la verdura y el cilantro. y un molinero de la mostaza.

El año nos encontramos una ordenación distinta, por eso de interés en cuanto demostrativa de la variabilidad, según las preferencias y las posibilidades. Pues vemos otra danza, la de arquillos, con un guía y cinco danzantes, y en el recorrido una fuente el martes, cinco el día de la fiesta y tres el de la octava, a las puertas de determinadas casas, una también a la de la cofradía el día de la fiesta, con dos hermanos para cada una. Se mencionan también los limpiadores de los caminos y ensanches, y los veedores de fuentes, caminos y lámparas.

En cuanto al octavario, se repiten en los libros textos como éste: “Cumple los días de la octava del Corpus ocho misas cantadas con  ministros, llamadas de diez, abonando diez reales al cura y ocho a los ministros. Item, vísperas durante la octava, sermón el domingo de la infraoctava, veni creator, confesiones y vísperas la víspera del Corpus. Se pagan ciento sesenta y tres reales al cura, sesenta por el sermón y sesenta a la iglesia”.

Teniendo en cuenta el excesivo número de parroquias en Sepúlveda, catorce o quince, fue necesario coordinar las grandes funciones del año litúrgico entre ellas. Para eso se contaba con el Cabildo Eclesiástico de los clérigos. Cuando éste se extinguió en la desamortización, el protagonismo de la cofradía se intensificó. Así, el 31 de mayo de 1861 se escuchó por los hermanos una exposición del abad de sacerdotes, que era el teniente cura de la iglesia del Salvador, suprimida que había quedado como parroquia. Subrayó que estaba extinguido dicho Cabildo, el cual había tenido a su cargo las misas de diez y las vísperas y completas durante los ocho días del octavario, aunque también la capellanía llamada de los Bermejo, que no citó por ir al grano de la situación a resolver. Se deduce de su intervención que la cofradía venía sufragando dichas misas del octavario, pues él pidió un aumento del estipendio que en ese concepto percibía. En cambio nada cobraba por las vísperas del Corpus y el jueves siguiente y las completas de los días infraoctavos, “en que se halla Su Divina Majestad de manifiesto desde las diez de la mañana hasta las cuatro de la tarde, hora en que se cantan dichas completas y se reserva”.

La Cofradía accedió a tomar el octavario a su cargo, yendo en su propósito más allá del mero mantenimiento, a saber “deseando aumentar en todo lo posible la solemnidad que de suyo es debida a una función tan antigua en esta población como es ésta del octavario del Corpus, que no hay memoria de su primitivo origen”.

Se ha mantenido su dignidad ceremonial después de la simplificación de la liturgia que siguió al último Concilio.

 

Cofradía del Santísimo Sacramento. C/ Corpus, 13. 40300 SEPÚLVEDA (Segovia). info@minervaensepulveda.org

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